jueves, 23 de junio de 2011

HEleCHO









Siempre estuvieron ahí,

custodiando calendarios.

Dos ángeles despeinados,

de verdes descendencias

y enfundadas en botas amarillas.


Siempre estuvieron ahí,

aún y cuando yo

me paraba de puntitas

para regarlas,

ya fuera de amor o agua.


Silentes y vivísimas compañeras

de sal y espuma.

Nunca entendí por qué mamá,

seleccionaste para ellas

como casa la cocina.


Cuando las miro,

mientras las lleno de resfrío,

inevitablemente

pienso en ti y en mí.


Y se vienen encima

Aturdidos los relojes

y puedo escuchar

a los frijoles negros llamándome,

y puedo, si quiero

salpicarme con tu encacahuatado

y de camote con naranja.


Extrañas tradiciones

nos acomodamos como traje.

Hoy, tus dos macetas de helechos,

continúan en la cocina

y tu con ellas.

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