miércoles, 6 de julio de 2011

Gotas y Hormigas







Gotas y Hormiga

Estaba distraída, mientras las gotas de lluvia bailaban “Tap” en mi ventana. No podía más que sonreír a sus alegres pasos, veía como se debilitaba una gota y se unía a otra, formando un charquito.

El ruido no me molestaba, era más bien la compañía perfecta para un día como hoy. Un día sin sol, a sorbitos de café y ausencias. Las nubes panzonas de agua, también se sentirían acompañadas por mi sonrisa y por el chasquidos de mis dedos acompañando su danza. A veces el silencio nos deja tanto ruido dentro, que nos obliga a refugiarnos en nuestros propios pensamientos. Hacer del breve abandono, teja y guarida, es buena idea… a veces.

Cuando divago me desdoblo como servilleta, hago huequitos en el pensamiento, para poder ver a las hormigas, al techo descarapelado de mi cocina, a la pared. Y en ella, las marcas hechas con lápiz de cuánto crecen mis hijos. ¡Santo Dios!, cuánto han crecido desde la última vez, que con un libro, realicé aquélla última rayita. Ahora regreso a la gota, que corre patinando como en un concurso, deslizándose por el cristal y me lleva al recuerdo mi última lagrima. Ahí estaba ella –mi lágrima-, haciendo fila, un par de días atrás, y estaba también ahí, el motivo por el cuál, se abrieron mis ojos como grifos durante ésa, la otra noche.

No, no estaba distraída. Mas bien, me convertí en contadora haciendo arqueo de los recuerdos. Los he sacado ha secar, tendidos un día como hoy, un día sin sol. Parece que nada guarda relación entre sí, y es tan aparente. Todos los instantes están siempre articulados. Permanecer con la mirada y el pensamiento ido por instantes, no es la obscuridad, es la aurora para encontrarse en la siguiente pausa suspendida. No, no estaba distraída, estaba rencontrándome en la infinitud de este húmedo e iluminado relampagueo de tiempo, que llamamos “distracción”, empapado de lluvia, de lágrimas y de recuerdos. Las gotas y las hormigas ayudan… a veces.

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